Acabo de llegar a casa y solo puedo decir que ha sido la aventura más maravillosa del mundo, desde el momento en que llegué a Guatemala me sentí en casa. Pensando un poco egoistamente este mes me ha cambiado la perspectiva y la forma de ver las cosas, he recordado qué es lo importante, que a pesar de las circustancias siempre se puede ser feliz y que contra todo pronóstico si uno le pone ganas, fuerza y valor se pueden hacer las cosas de una manera diferente. Por que en esa escuela todo es diferente, los niños tienes su espacio para SER, se acepta la diversidad con los brazos abiertos, buscan que los alumnos sean autónomos e independientes y que encuentren su lugar en el mundo. Esos niños viven rodeados de arte y cuando crezcan van a ser capaces de ser lo que quieran ser. Yo no puedo estar más agradecida, he recibido amor y abrazos para 20 años, ojalá hubiese podido quedarme más tiempo, porque cuando más lo estaba disfrutando he tenido que volver. Porque como todo en la vida construir relaciones necesita tiempo, encontrarse a una misma en un pais totalmente nuevo necesita tiempo, adaptarse necesita tiempo.
Estoy inmensamente feliz de haber vivido este mes con esos niños, me llevo el mejor de los recuerdos, lo repetiría mil veces sin ninguna duda. No puedo más que agradecer a cada una de las personas que se ha cruzado en mi camino en este viaje porque si hay alguien agradable en este mundo esa es la gente de Guatemala. Yo ahora vuelvo a mi vida pero nunca me voy a olvidar de esos niños que pelean cada día por crecer rodeados de amor e ilusión y a esos educadores y educadoras que cosen las alas de esos niños las veces que haga falta mientras la vida se las va descosiendo.